Magdiel Aspillaga
El
hombre se hizo eterno cuando se paró con valor frente a la locomotora de la
pantalla sin saber si sería aplastado por esta, y aunque dudó por un momento y
miró al cielo en llanto –Dios mío
porque me has abandonado- comprendió que aquel era el día de su nacimiento. Primero
una niña y un niño hermanos miran como arrastran por la nieve a un sangrante
caballo y el niño llora y la hermana le dice que tiene que ser fuerte, al final
de este viaje comprenderán que la vida es bella pero profundamente dura, un
soldado seguirá fumando en la frontera mientras el año termina, las luces del
otro lado y de su propia tierra indican las fiestas, la vendimia y el sexo, el
entendimiento del mundo en la cintura de una mujer, un anciano intenta
suicidarse pero antes decide comer cerezas, se sube a un árbol y comienza a
comerlas, las disfruta sabiendo que será la última vez, siente el sabor y recuerda cuando era niño, decide
entonces compartir este deleite con su esposa, coge varias, las lleva entre sus
manos violando la noche, llega, su esposa duerme, el las deja sobre la mesa y se acuesta junto a ella tratando de
no despertarla y amándola, permaneciendo.
El cine surgió inocentemente como las grandes cosas de este mundo desde
la sencillez de la vida, un hombre que se riega por accidente con una manguera
en su jardín, unos obreros que salen nuevamente de su fábrica, un matrimonio de se besa y ríe en un
inicial y primer plano. Desde la profundidad
de un cine viene un señor largo y una mujer muy blanca, sus sombras están
dibujadas en las paredes y tienen vida propia y se sientan a mi lado ensangrentados y me dicen que ellos también
han dejado todo atrás, una madre deambula entre los maderos en las afueras de
Moscu, busca desesperadamente mi nombre escrito a puñaladas sobre los maderos
que han llegado desde la lejana Siberia, junto a ella hay otras madres, muchas
madres, algunas encuentran nombres diversos llevan la fecha grabada (constancia de que aún estaban con vida en ese momento), algunas no encuentran nada, se
abrazan al mismo tronco vacío y caen de rodilla. Una mujer se desaparece en una
isla, desde una avioneta se hacen señales de amor, orgías en desiertos,
silencios prolongados, inquietud de vértigos y pasos contados. Detrás de cada
imagen yace la verdad sobre nuestras vidas, vivimos infinitamente en celuloide.
Cuando una mujer abre una ventana en una película, abre el mundo, abre una
cabeza, abre un ojo, abre su sexo, sus senos, tira una copa de vino al cielo
cubriendo todo de rojo para después en un dolly -in convertirse en el azul no
preciso de un antiguo dibujo animado, un hombre sueña con una mujer y
después de ella salen hijos que serán ancianos, todo cambia y al final, seguimos
como en un melodrama ondeando nuestra mano sobre el viaje. Todo nació cuando se
hizo la luz, antes fue el verbo, el ojo, un recuerdo por encima del profundo mar ante el cual oramos.