domingo, 29 de diciembre de 2013

LANZAR LOS DÍAS PARA NACER.




Cuando me toque marcharme, solo quiero que te quedes, un deseo parecido al de esas encuestas donde preguntan cuales son las 10 películas, los 10 libros, las diez canciones que te llevarías al arca donde vas a sobrevivir o a la isla donde vivirás solo o junto a Kim Basinger para siempre. Hoy los días no son muy buenos tu lo sabes,  tomas Redbull, lloras a veces y otras ríes mirando al cielo en un gesto ecuestremente repetido amado por mi como a tus dos piernas y tu nombre. En una tierra hay una casa, en la casa una mujer, en la mujer un corazón y como dice Tom Waits…me lo llevo conmigo cuando me vaya.
Después de algunos años regresé de visita a mi pueblo y un viejo amigo vino a verme –aquí estoy tirando los días para atrás hasta que me llegue la muerte- y se levantó y salió diciéndome que la vida no es tan bella. Sobre los podios llueven ranas, personas que se comen entre ellas, Marilyn anuncia Channel No5, Paul Walker muere en un choque, son días extraños, pero son los días del calendario que nos tocaron, agrios como nuestro vino, inconstantes como el clima de Miami, últimos como de un buen diciembre. Pienso en imágenes tropicales que me gustaría decirte como que mi único clorodiaxipoxido eres tu, como que provienes de una tierra salvaje de poetas y dictadores, por donde se descubrió la isla que alguna gente dice es un caimán dormido y que otros lloran en calma por sobre el y le dicen muérdeme, cómeme, enróscame entre tus anillos y sumérgeme hasta allá abajo donde todo es roca caliza y joven erupción de tierra al cielo. Mi amigo se marchó a tirar otro día para atrás y esperar a la muerte con paciencia, dispuesto a encender la turbina que abastece de agua al pueblo, oficio religioso que realiza cada día. Se que es inconexo el texto, no iba a escribir nada, ya no escribo, solo necesitaba hablarte y que como siempre en acompasada sinfonía te quedes escuchándome, mirándome, tratando de evitar el vicio del cigarro y del Redbull mientras te asomas al mundo y te ausentas de mi contra mi neurótico yo, contra mi maniaco depresivo yo, contra mi ególatra yo, quedando el país de cristal de la ventana dividiéndonos, a un lado la noche y tú (como la canción) adentro yo nadando y haciendo burbujas (como la otra canción), ambos a pesar de ambas orillas profundamente locos por que se termine el cigarro y el sorbo de Redbull para saltar a otro mundo y tomarnos mutuamente de una fumada y un trago.
De la casa se ve una ciudad que te gusta, personas que conversan en voz alta a altas horas, los carros que se detienen con sed de gasolina y cerveza en la gasolinera de los bajos. No logro que vuelvas a la música, tampoco que te rapes el costado para asemejarte a Miley Cyrus. Volví a tratar de coger el hilo, alguien me dijo que pareces una actriz italiana, yo lo sé muy bien, es parte de aquello que pertenece al momento en que por alguna razón comencé a pensar más en serio y en que Mónica Vitti se sentó a mi lado. Me prometí a mi mismo que no hablaría de cine en este texto, pero sin eso ni tú ni yo existimos, tú y yo y todos no somos más que un remake, personas que ya fuimos y morimos y nacimos en otras películas y bajos las mismas circunstancias, solo cambian los nombres, lo demás,  James Dean o Paul Walker, Marilyn, mi pueblo que estará en el mismo lugar para siempre, el amigo que se marcha dispuesto a seguir anotando un día más en su calendario y en espera, tú que apareciste en unos días grises de mi vida desbordando de agua y luz mis bordes.
En la madrugada te levantas en silencio para no despertarme y te marchas, con los tacones en las manos para no molestar a la vecina de los bajos, dejando esa sensación inatrapable que solo tienen los buenos recuerdos, mi cuarto se queda lleno de noches, amigos y de esas carreteras lejanas de películas cuyos nombres no logro recordar.

Cuando me toque marcharme solo quiero que te quedes y que te duermas tranquila. La misma noche y los mismos recuerdos poblarán el nuevo día cuando tengamos otros nombres. 
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