jueves, 11 de febrero de 2010
Capítulo 10.- Jeannie was a friend of mine.
Ana Valdez Hermida
Hace algunos meses que he dejado de frecuentar el Rytazz. La causa no la puedo descifrar muy bien entre tanta ruina y desolación causada por Jeannie. Ella se ha alejado, y no hay tiempo para otro café. Ni para oír el Hot Fuss sobre sus piernas, o sobre su vientre ligeramente abultado. Pero Jeannie todavía visita de vez en cuando mi perfil en facebook, y hace comentarios mordaces sobre las fotos con que ilustro mis breves días. Lo último que dijo fue algo como: “Patetismos a flor de piel, a Marla el prozac no le funciona...!”. Luego de eso supe que nada tendría remedio.
Conocí a Jeannie dos veces. Y ambos momentos fueron quizás determinantes para nuestra aventura, porque mientras que yo la conocía primero en La Habana y luego en Syderia, ella siempre guardaba mi recuerdo desde el primer acercamiento. Pero esto lo noté luego, cuando Jeannie se había alejado de mí para siempre. En La Habana, Jeannie era solo un fantasma de Syderia entre las sombras de una noche festiva. Pero en Syderia, se convirtió en la diosa más incólume del jardín de mis delicias.
(Jeannie portaba el aro del fuego amaestrado por el hombre. Jeannie era pura provocación, puro fastidio para mi séquito de varones bien dotados. Jeannie nos perturbaba a todos, ¿o quizás era el rezago del polvo en la luna invernal?)
La recuerdo cubierta de pétalos de sangre... o era vino? En mi sueño, Jeannie se autoflagelaba con ramas de hojalata, mientras leía la Vogue del mes y esperaba a que se le seque el esmalte de las uñas. Luego me hacía lamer sus pezones duros, y estiraba sus brazos hacia mi pelvis. Cuando supe que le gustaba escuchar mis historias, una a una se fueron cumpliendo. Casi cinematográficamente.
Jeannie creía mucho en los astros, y en las vidas pasadas. Su idea al respecto era que antes de ser Jeannie Lyon había sido un soldado desertor en la primera guerra mundial.
La distancia comenzó cuando viajé fuera de Sideria. Aunque en realidad pudo haber sido una semana después de fin de año, pero no recuerdo bien las causas. Lo que sí es cierto, y con ello no me justifico ante el destino, es que nunca debí permitirle el acceso. Porque ahora, después de tantas despedidas, la suerte no me acompaña, y estoy metida hasta el pecho en un caos sin igual.
Jeannie era mi amiga. Pero no lo es más. Para quien quiera saber un poco de ella, o de las cosas que hacía, dejo estos comentarios, escritos bajo la luz intensa de un astro que vomita...
Jeannie prefería que le llamásemos Timothy Buster, especialmente delante de desconocidos.
Jeannie fumaba, pero el humo nunca afectaba su voz, o su olor a Lolita Lempicka.
Jeannie asistía con regularidad a cierto club nocturno donde las meseras aún portaban cajones para repartir cigarrillos, mostrando sus enormes pechos a los clientes miopes.
Jeannie estudiaba diseño, pero también matemáticas, astrología, violín, jardinería y “un poco” de antropología social.
Jeannie prefería a Bjork y no a Enya, aunque sólo había podido escuchar el Homogenic.
Jeannie le dejaba mensajes al portero de la escuela en una bolsita llena de popurrí de flores. (El portero no sabía qué hacer... porque tenía esposa y una hija bellísima llamada Teresa). (Había quien pensaba que era Teresa el verdadero objetivo de Jeannie, pero nadie pudo comprobarlo).
Jeannie había sido novia de Christian, pero cuando se descubrió su abierta bisexualidad, Christian la acusó de libertina en un foro sobre Nicole Kidman.
Jeannie amaba a Christian, y por eso lamentó largamente el descubrimiento; pero eso ya era tema de otro foro.
Jeannie visitó el Museo de Bellas Artes, y no quiso salir de ahí hasta que aborreció la obra de Miró y Magritte, para siempre...
Jeannie fue quien creó el blog de la ciudad de Syderia, a pesar de que yo había creado un blog sobre las aventuras de sus habitantes.
Jeannie pensó que llevándose a la cama a toda la escuela iba a tener amigos. Y realmente lo había conseguido.
El carácter de Jeannie era como un aerodirigible. Específicamente como el aerodirigible que aparece en uno de los creamasters de Matthew Barney.
Jeannie le ocultaba a todos que de noche, a escondidas, solía disfrazarse de puta flamante. Su traje preferido consistía en un top de brillos azulosos, una lycra con hoyos y una peluca a lo Cabaret. Se miraba al espejo y se tomaba fotos. Hay quien rumora que existe en el vasto universo de la red un blog donde están colgadas esas fotos. Y hay quien pagaría mucho dinero por esa dirección. (Lamentablemente podría ser mi caso).
Jeannie fue la primera que me recibió bien en la escuela. Me abrazó por un minuto y dijo que quería tener sexo conmigo, aún antes de preguntar mi nombre.
Jeannie compraba la Vogue todos los meses, al mismo tiempo que no sabía decidirse por OB o Tampax.
Jeannie trabajaba en una revista de diseño, y daba clases en la Escuela de Bellas Artes. Pero también recibía dinero de Christian (Lo que nunca se ha sabido es la causa de esto).
Jeannie lustraba sus zapatos de charol con saliva.
Jeannie escribió un poema para mí. Pero nunca dejó que lo leyera.
Jeannie siempre me seducía en horas de la mañana, cuando la libido suele incomodarme sin reparos.
Jeannie cocinaba porque a mí me gustaba doblarle la ropa, y porque el olor en la cocina le excitaba enormemente.
La gata de Jeannie nos miraba mientras estábamos en la cama, y era muy excitante hasta que se interponía entre nuestros cuerpos.
Jeannie era fanática a besarme bajo la lluvia.
Jeannie erá fanática a Jil Sanders.
Para Jeannie preferiría un accidente automovilístico en la carretera que bordea los barrios bajos de Syderia. O 90 grados de alcohol en un café con amaretto.
Jeannie. Jeannie... No, no más. El vocalista de The Killers canta… aquel tema que me recuerda a Jeannie. No, no más. No más Jenny was a friend of mine.
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2 comentarios:
Precioso texto, felicidades, buen blog.
Muy bueno tambien lo de Pasolini y la entrevista a Giral.
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