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Ernesto
Oroza, Marzo, 2012
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La probeta de hormigón (concrete test specimens) es un objeto asociado tecnológica e
históricamente a la arquitectura moderna. En Cuba se han acumulado cientos de
miles por toda la isla en los últimos setenta años y el conjunto de esta
totalidad conforma un estrato reposado y abstracto, un
sedimento geológico de hormigón que diagrama el suceso de la modernidad y la
implementación de la industrialización en la arquitectura cubana.
Es un cilindro rectangular que
tiene, por norma, 6 pulgadas de diámetro por 12 pulgadas de altura
(15cmx30cm), aunque otras proporciones existen. Su composición, que es la del
concreto deriva de una mezcla de agua y cemento a la cual se le añaden los
agregados finos y gruesos como la arena y la grava.
El objeto se produce para evaluar y
controlar la producción del hormigón ya sea en la fábrica o durante la
construcción (in situ) de una obra arquitectónica o ingenieril.
Cuando se producen durante el proceso de edificación se usan muestras que
comparten similares condiciones con el material empleado en la construcción.
Para esto se toman porciones de la mezcla preparada y se vierten en los moldes
cilíndricos (metálicos) de los cuales resultan las probetas.
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Diagrama
de elaboración de probetas |
Antes de extraer el cilindro
resultante del molde se graban en una de sus caras circulares los códigos de la
producción y la fecha del día. Estos datos distinguirán por siempre a la
probeta de las otras producidas allí ese día o en cualquier otro lugar y
tiempo. Las muestras se secan y curan para evaluarlas posteriormente y
constatar la calidad del mortero, la homogeneidad, el peso y la potencial
resistencia a distintas presiones y factores ambientales. Las probetas
producidas en la fábrica se prueban después de dos meses y medio (72 días)
de curadas y las creadas en el lugar de una construcción se prueban rápidamente
para responder a la inmediatez del proceso productivo.
Se puede pensar que en algunos casos
las probetas condensan el material empleado en los edificios, en otros casos, el
material discriminado, la mezcla que fue excluida de los inmuebles. Es decir,
en ocasiones el objeto participa de la memoria urbana compartiendo genes
y emparentado por la exactitud de la mezcla con las columnas, vigas, losas de
veredas y los techos de la ciudad. Pero en otras ocasiones participa de
las zonas abstractas y desdibujadas del fallo, de la materia marginada, del
error humano. Ambas posibilidades son interesantes de repensar e invitan a una
mirada especulativa en torno a la ciudad.
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Ernesto
Oroza, Marzo, 2012
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Las probetas revelan la época, la
tecnología constructiva y la materia usada en edificaciones importantes para la
modernidad y de otras aun no incluidas en una mirada histórica mas abarcadora e
inclusiva de este período. Desde una probable relación de todas las probetas de
la Habana se evocarían algunas obras arquitectónicas y asentamientos urbanos
importantes. Pienso en las probetas derivadas del edificio de apartamentos
duplex en 23 y 26 de 1952, en otras provenientes de las cabañas experimentales
de la playa Jibacoa de 1959, o del edificio de apartamentos en Malecón y F
de 1967 y del Palacio de Convenciones de la Habana de 1979, todos
proyectos de Antonio Quintana. Habrá muchas por la zona sureste de la Habana en
el barrio Residencial Obrero de 1944, concebido por Pedro Martínez Inclán en
colaboración con Mario Romañach, Antonio Quintana y Jorge Mantilla. Me gusta
pensar que hay algunas probetas acostadas en la Habana que conservan la materia
precisa que dio forma al edificio de la Calle C entre 29 y Zapata, en el Vedado
(Compañía de Inversiones en Bienes y Bonos, S.A.) de Mario Romañach o su
peletería "California" de 1951, y habrá algunas humildes salidas de
la casa del Médico de la Familia en Armas y A en Lawton de 1992 o las del
edificio de Linea y 12 que tardó mas de 20 años en terminarse. Las probetas,
por lo general, permanecen merodeando los edificios que representan, en los
límites de los jardines o circunscribiendo los perímetros de viviendas
aledañas. Su peso específico la ancla a la zona de procedencia, sus
desplazamientos son escasos y lentos, puede que se alejen cien o doscientos
metros, no mas. El listado hipotético de estos cilindros de concreto apuntaría
tanto a las fisonomías de los inmuebles como a las historias
culturales que estos protagonizan. La permanencia de las probetas en las zonas
donde fueron fabricadas las hacen testigos de la deriva, en términos sociales,
del edificio que las engendró.
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Hay probetas en otro grupo que
apuntan hacia una fórmula que fue violada ya sea por un desvío de materiales en
una construcción o simplemente porque un obrero se excedió con el agua haciendo
débil la mezcla. He encontrado algunas muy agrietadas, con los bordes
carcomidos, supongo que nunca fue usada esa mezcla, o si lo fue hay algún
edificio por ahí en igual estado de deterioro y resquebrajamiento.
Lo cierto es que hoy se acumulan y
derivan ambos grupos, mezclados todos los índices, digeridos sin distinción por
el tiempo y las ciudades de la isla. E inscribo el mapa en la isla porque hay
que poner limites geográficos -que ya los tiene en términos históricos- pero
podemos imaginar cuantos cilindros deambulan hoy por rincones de Brasilia y los
barrios de la Ciudad de México y Caracas.
Creo que las cifras marcadas en los
cilindros, las fechas y otros signos en sus caras circulares, completan la
función indicativa en la urbe de los procesos constructivos desarrollados en
los últimos decenios. Por un lado estas fechas se consagran a una
epifanía. Al instante milagroso de la dosificación perfecta, a proporciones
ideales de agua y cemento, a temperaturas precisas de secado, a un clímax
inmejorable de homogeneidad y fusión. Por otro lado estas fechas tienen una
latencia biográfica. He buscado por años una que tenga mi fecha de nacimiento.
Creo que al menos habrá una en toda la isla y esa probeta probable es también
un índice de mi resistencia, o de mi falta de esta. He buscado insistentemente
en las probetas que rodean los jardines del Ministerio de la Construcción
efemérides marcadas en el cemento húmedo de la historia nacional: miércoles
31de diciembre de 1958, el sábado 15 de Abril de 1961, el martes 15 de Abril de
1980. ¿Será que esos días no se construyó nada? He encontrado
muchas que parecen menos significativas pero resultan igual de inquietantes
porque pueden apelar a historiografías no hechas, a eventos oscuros no
contados, a días que solo se nombraron en un cilindro de hormigón: ¿que habrá
ocurrido el domingo 30 de Julio de 1972 o el miércoles 13 de Mayo de 1981? Creo
que este cilindro tiene una potencialidad enorme para fecundar y constituir
diversas nociones historiográficas y sugerir nuevos umbrales especulativos.
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Ernesto Oroza. “Cemento”, Aguacate,
2005.
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Sin duda el conjunto de estos
cilindros, desde el primero que se fabricó en la isla hasta el más fresco
pueden erigir un museo de la arquitectura moderna cubana. Sería un edificio
abstracto con muros-displays hechos con las probetas, un museo sin techo y con
suelo de tierra y hierba o quizás hecho con probetas enterradas o sencillamente
acostadas. Para producir los muros podrían disponerse filas dobles cuando sean
muros altos o en filas de a uno cuando sean muretes. Algunas probetas semi
enterradas podrían funcionar como trabas para evitar el corrimiento. No tendrá
ni puertas ni ventanas pues no habrá material alguno mas que las probetas.
Serán muros encontrados, muros paralelos, otros tangenciales. Algunos muros
curvados formarían pabellones que pueden destinarse a épocas especificas, a
arquitectos importantes, a edificios emblemáticos. Un pabellón largo como un
pasillo infinito y sugerente seria el pabellón del desvío de recursos, estaría
conformado por probetas fracturadas, desmoronadas, ruinosas que apelaran a
construcciones ilegales o a habitaciones parásitas en lejanos puntos de la
ciudad jamás diseñadas por un arquitecto. Otro podría ser el salón del concreto
etéreo, el del hormigón que flota en los techos voladizos y en las marquesinas
de tantos edificios modernos habaneros. La sección de la “mariposa” de la
Ciudad Deportiva será quizás la mas estimulante en este sector. El museo podrá
tener al centro de sus áreas o en su periferia acumulaciones de configuración
creativas como las que se encuentran en jardines de la ciudad y en los rincones
conmemorativos y políticos. Algunas formaran grupos que se propondrán como
asientos infinitos, escaleras y rampas, estanques y pozos. Otras disposiciones
no podrán ser asociadas a nada, serán exploraciones estructurales creativas.
Los hacedores de este museo no deben ser arquitectos, creo ellos no son los
versados en el uso de esta materia, los expertos son los vecinos de los
edificios hechos por arquitectos. Las amas de casas que adoran sus jardines,
los agricultores aficionados, los adornadores de cuadras, los que han
construido con probetas los muros de sus baños improvisados. En este sentido el
museo será también un índice de todos esos usos que de la probeta se han hecho
en la ciudades cubanas y del mundo. Porque este pudiera ser también un museo
internacional.
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Ernesto Oroza, proyecto de museo, 2011
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No estoy seguro aun si este edificio
pueda entenderse como un museo de la probeta misma. Creo que el museo puede
diagramar la capacidad de evocar, de indicar del cilindro, pero un museo sobre
este objeto sería un museo sobre nada, que no estaría mal. Y es que he
intentado, sin éxito, ubicar la probeta en alguna categoría común con otros
objetos contemporáneos. En términos tipológicos he fallado cada vez. No
pertenece ni al orden de la materia prima aunque participe de la creación de
esta. Es decir, comienza siendo materia prima pero en el instante que se
conforma como una muestra queda separada del destino común al material de
construcción. Tampoco puede ser interpretado como un objeto arquitectónico
porque, aun siendo un objeto construido durante el proceso de fabricación del
edifico no habita posteriormente ningún sistema funcional en la arquitectura.
Es cierto que podemos hallarlo integrando objetos arquitecturales vernáculos
como limites de jardines, calzando construcciones precarias, e integrando muros
o cimientos pero esta funciones no están relacionadas con su origen y responden
a una reinterpretación posterior a su función tecnológica y social. Pretendí,
en este sentido, asignarlo al orden de los desechos pero tampoco parece aceptar
esa ubicación.
Lo interesante es que al no participar
de estos estados comunes a la materia arquitectural tampoco lo hace del
universo cultural en el cual estas tipologías se inscriben. Difícilmente puede
ser leído como parte del escenario de una ruina, tampoco como integrante de un
estilo o de tipologías arquitectónicas precisas. Existe en el marco de una
tecnología constructiva específica pero su difícil definición tipológica le
permite evitar categorías culturales obvias. No parece fácil de imaginar
participando de secuencias vivenciales como bajar una escalera o dormir bajo
ella, atravesar una puerta, por lo que no podría participar de ficciones
grandilocuentes y retóricas. Digamos que la posible narrativa donde esta
probeta participe sería tan enmarañada y aburrida como este texto. La
clarificación parece ocurrir únicamente en el campo de las herramientas aunque
ahí también se complica la categorización. A pesar de su materialidad concreta
su presencia en el mundo responde a la virtualidad de una estadística: el
cilindro es únicamente el resultado de una herramienta de pruebas y de un
proceso de medición y control.
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Ernesto Oroza, proyecto de museo, 2011
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Aceptarlo como un ente virtual no
esta mal. Podemos reconocer la potencial diversificación, hasta el infinito, de
su constitución. Y es que puede decirse que las contradicciones e inasibles
clasificaciones están activadas desde su origen. Los exigentes procesos de
estandarización y normalización aplicados a su producción se confrontan con la
diversidad exponencial, en términos métricos, químicos, ambientales, que provee
la combinación de cemento, agua, arena y grava. Y esta confrontación apunta a
la singularidad de las probetas. Particularidad atrapada por siempre en los
signos de sus caras, aun en la de los llamados cilindros compañeros. Se trata
de probetas “idénticas”, muestras de una misma mezcla pero de las cuales se
espera se comporten de manera diversa cuestionando el milagro de su singular
composición y considerando la variabilidad de las condiciones ambientales sobre
el secado o las distintas fuerzas que recibiría dicha mezcla en la estructura.
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Hugo
D’Acosta y Mercedes Álvarez. Vivienda experimental
en materiales laminares. 1965-68. Foto: Ernesto Oroza, 2003
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Creo que aun sin ser nada la probeta
es. Es, por ejemplo, un módulo óptimo para especular. Su geometría implica y
propicia una modulación, su forma y su peso proponen combinaciones posibles.
Este cilindro de concreto es un vector excelente para invadir territorios con
ideas y con preguntas. Cada interrogación que hagas al cilindro de hormigón, en
su carácter genérico, se lo harás a todos los cilindros. Cada solución que
hagas en tu jardín con una de estas probetas la estarás endorsando, como potencialidad,
a todas las otras probetas del mundo. Cada especulación con este cilindro de
concreto sobre la gramática de la urbe devendrá un patrón posible, una red
expandida y abstracta de hormigón.
Ernesto Oroza, Schöneweide, 2011
[1] Me gustaría proyectar para este
museo hipotético una exposición de esas antenas vernáculas concebidas para
decodificar y "robar" la señal de la emisora estatal de radio
"para Centros de Gastronomía y Comercio de Ciudad de la
Habana". Los creadores de estas antenas las ocultan en cajas
pequeñas de plástico y mas comúnmente en el interior de autos de juguete. Esa
es la razón por la cual hay tantos televisores y radios en la Habana atados con
un cable delgado a pequeños autos de carrera o a camiones de bomberos y autos
de policía. Una exhibición de estas particulares antenas insertaría en el museo
otro mapa especulativo. Ver antena aquí.
* He comprobado recientemente
que ya no existe la señal de radio mencionada. (nota del autor,
marzo/2012)