viernes, 12 de marzo de 2010

Capítulo 13. "Blanco Lunar".


Ana Rosa Valdez.

Hace un poco de frío y la noche se ha puesto de gala, blanco lunar, estrellas ahogadas en la perplejidad del cielo. Marla escribe notas sueltas y su pelo golpea el viento; es tarde, quizás de madrugada, lleva puesto un abrigo gris con lunares oscuros y un pantaloncito verde incandescente. Definitivamente Marla no es glamorosa esta noche. Coge un par de sorbos de un cigarro que agoniza en su mano izquierda, abre dos o tres libros, y los deja ahí, abiertos, como esperando escuchar el prodigio de sus lecturas, pero nada, Marla sigue ahí, aspirando y exhalando humo, dibujando peces entre los escombros del humo, que casi la hace toser, aunque quizás sea el frío. Marla escribe sobre un grupo de jóvenes estudiantes de arte, a los cuales no da clases, y se siente ajena a ellos, es como si el no tenerlos sentados en las butacas implicara un alejamiento nocivo, algo con lo que no contaba al realizar sus primeras cavilaciones. Entonces se acuerda de Jeannie, la inmoral y seductora, pero es un pensamiento que sólo se permite un par de segundos, y luego continúa escarbando en su cabeza alguna idea confusa, la desenreda, o al menos eso intenta, y escribe con algo de incertidumbre. Ya es muy tarde cuando decide acostarse en la cama, son como las tres o las cuatro, no sabe bien, pero reconoce el cansancio en sus ojos, y maldice el horario matutino de sus clases... Es imposible dormir, hay tantas ideas que rondan sobre su frente, son insectos que carcomen su sueño, pájaros que se ocultan en el día para incomodar el nocturno descanso. Marla vuelve a pensar en Jeannie, pero esta vez se deja seducir, una vez más, por un par de recuerdos y la melancolía. Marla no ha escrito bien esta noche, pero no ha parado de teclear en su paleolítico computador una verdad que parece dolerle, una verdad que trasciende incluso las ediciones que ha publicado sobre el arte y sus aventuras. Marla sabe bien, Jeannie es una puerta que se ahoga, que se abre y que no es nada, o quizás es un fragmento de vacío, sí, un fragmento de nada, como un aliento áspero que reseca los labios, Jeannie es eso, una nada que persiste, y que atenta con volver a atormentarla al menos durante un par de semanas más, antes de que pueda terminar su ensayo sobre las prácticas artísticas de esos chicos.

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