sábado, 11 de abril de 2009

HECHO EN JAPON OCUPADO. (Fragmento final)


SEC 37. Int-día. Terminal de trenes.

Beatrix llega a una taquilla y compra unos boletos (cajera fuera de campo). Se sienta en un banco de la Terminal de trenes junto a una anciana y su nieta una niña de unos siete años. La niña juega con unas tazas de cerámica, la abuela conversa con alguien del otro lado, la niña le enseña una taza a Beatrix, la taza es igual a la que Beatrix miro en su casa antes de partir, mira el reverso y dice HECHO EN JAPON OCUPADO. Toca y palpa la textura de la taza, mira a la niña.

SEC 38.

Lugar oscuro, figuras de papel, sombras chinescas recortadas contra la luz de un proyector, la voz de Beatrix en off mientras se muestra su narración ilustrada con siluetas de papel.


Beatrix (off)

Hace mucho tiempo, en el lejano Japón, vivía un ceramista que trabajaba para el emperador. Sus creaciones adornaban el palacio imperial y alguna que otra casa de campo. Su fama trascendía las fronteras. Su especialidad eran las vasijas (tazas, tazones, platos, jarrones, ánforas) Recipientes de todo tipo salían de sus manos.

Durante una época el emperador sufrió un breve periodo de tristeza debido a que se había enamorado de una hermosa concubina traída de la India como obsequio, ante cada encuentro con la misma esta lo rechazaba. Para lograr el amor de la concubina el emperador acudió a los servicios de una hechicera que le dio una extraña receta. Esta tenía como ingrediente principal la confección de una taza de cerámica donde el emperador comenzaría a beber todos los líquidos que fuera a tomar. Dicha taza seria elaborada por una mano elegida por el reino supremo. Así, el protagonista de esta historia, el maestro ceramista japonés hubo de confeccionar una taza con la arcilla de las bóvedas donde dormían los cadáveres de los héroes mas notables de todas las guerras del imperio, con la sangre de una virgen, con el agua de una nube, con los cascos del caballo mas salvaje e indomable, cocida al calor de un rayo y esmaltada con el salitre de todas las costas que rodean al Japón. Así el emperador bebió agua de sus primera sed en esta taza y no solo logro el amor de la concubina para siempre sino que mando a cortarle la cabeza a la misma, ya que los emperadores no se enamoran. Después le regalo al ceramista una hermosa mansión y un titulo de honor vitalicio. El ceramista se caso con una bella joven campesina y tuvo hijos que también siguieron siendo ceramistas, que a la vez tuvieron otros hijos que fueron ceramistas y así siguió de generación en generación el oficio, muy reconocido en todos los lugares del mundo, y cada generación era enseñada por el ya muy anciano y milenario primer ceramista.

En el siglo XX, cuando Japón invadió China, el ejercito le encargó la creación de cientos y cientos de juegos de tazas para que desayunaran y tomaran el te las tropas invasoras. Así la fortuna del anciano ceramista y su familia creció enormemente, llegando a convertirse en el hombre más rico del Japón, tan rico como el propio emperador.

Pero un día comenzó la guerra y todos los hijos y descendientes del anciano ceramista se fueron a combatir, y muy tristemente murieron todos en combate. La mansión fue destruida por un bombardeo y las riquezas desaparecieron poco a poco. Así, al terminar la guerra, solo quedó el anciano ceramista con infinidad de años encima acompañado solamente de una joven y bella nieta.

Como no tenían dinero para comer, la nieta del ceramista comenzó a prostituirse con los marines norteamericanos que estaban en Japón en aquellos años de la ocupación y a los cuales les atraían mucho las japonesas, a pesar de que extrañaban mucho a sus esposas y novias. Así podía darle de comer a su tatatatarabuelo el cual estaba inválido y ciego postrado en una silla y afligido por las penurias y el hambre. Un buen día el anciano ceramista le pidió a su nieta que no comprara la comida con el dinero obtenido por ella sino que le trajera un poco de arcilla, pinceles y pintura. La nieta obediente compro la arcilla, un poco con lastima con sus ascendentes y consiguió los pinceles y la pintura con unos amigos de un buque norteamericano. Esa noche con todos los implementos traídos por la nieta, el anciano ceramista comenzó a confeccionar un juego de tazas, recordando e invocando aquella taza que hacia varios siglos había confeccionado para el emperador, lo terminó y la nieta lo llevo a vender en el puerto.
Cual seria la sorpresa de la misma al ver que el juego de tazas conmocionó a varios marines al punto que el capitán del barco lo compró a buen precio e inclusive le hizo otros encargos. Entonces el anciano ceramista comenzó a confeccionar sin visión e inválido bellos y excelentes juegos de tazas que su nieta iba vendiendo cada vez más caros y con más demanda.

Llegaron a montar una especie de taller y comenzaron a ganar mucho dinero pudiendo comprarse una linda casa con jardín. Tuvieron un perro y varias gallinas y nuevamente el anciano ceramista recuperó la posición y el reconocimiento que había perdido.

Pero un día el anciano murió, se había acostado con la corazonada de que iba a morir, y así fue. Su nieta lo lloró mucho, tanto y tanto que perdió todas sus lágrimas, nunca mas volvió a llorar por nada. Al anciano lo enterraron donde siempre había pedido, en la tierra frente al sol y no bajo la sombra de un árbol como se acostumbraba a enterrar a los ceramistas en Japón. Su nieta se casó con un marinero húngaro y vendió todas sus cosas, actualmente vive en Turín y atiende una sociedad femenina.

SEC 39. Int-día. Terminal de trenes.

Beatrix le da la taza a la niña. Llega el tren y todos salen de plano. Beatrix sale a coger el tren, se sube en el.

Int del tren.

Beatrix sentada mira a través de la ventana los paisajes. Plano fijo con el sonido del tren de fondo, esta dispuesta.

SEC 40. Ext-día. Costa.

Beatrix camina hacia la costa, el viento la despeina, deja caer sus cosas, se acerca lentamente al mar, se quita los zapatos, el agua toca sus pies que se entierran en la arena. Comienza a correr junto a la costa, se siente libre, suelta, alegre, corre a más velocidad, sus pies salpican el agua más fuerte.
El mar inunda la imagen, las olas llegan a la arena, a la cámara sale del mar a la costa y termina con la arena salpicada.


Magdiel Aspillaga 2004.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante historia sobre la confección de una taza de cerámica.

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