jueves, 17 de junio de 2010
FUMANDO ESPERO
Por Vivian Morales
Las nueve y media de la mañana; ya es hora de levantarse.
Todavía tengo sueño pero tengo que estar despierta, no vaya a ser que el teléfono suene y no lo oiga. De todas formas estoy de vacaciones y mañana podré dormir todo lo que quiera.
¿Será hoy un buen día? Bueno, eso ya lo veremos después que me llame, pero no tengo por qué ser pesimista. Ser positiva, ese es mi lema. Antes de hacer cualquier otra cosa déjame levantar el teléfono a ver si funciona bien, pues como las comunicaciones aquí son como la posibilidad de montarse en un taxi, es mejor precaver. ¡Uff, que suerte, funciona! Buen síntoma. Por ese lado ya estoy tranquila. Ahora será mejor que me lave la boca y desayune de una buena vez pues de pronto siento un hambre como si tuviera en el estómago mil demonios.
Por ser hoy un día tan importante - no porque naciera ninguna celebridad o se ganara la guerra en algún lugar del mundo; es importante porque es un día definitivo para mí y punto - me daré el lujo de desayunar como Dios manda. No vendría mal un pan con queso calientico, acabado de hacer y una gran taza de leche con chocolate. Suena delicioso.
Dicen las malas lenguas que barriga llena corazón contento; para mí no, falta algo. Claro, el programa de radio que tanto me gusta y mi cigarrillo.
- Esto es “De mañana” amigos míos y yo soy el que lleva la carga de acompañarlos durante dos horas en que casi el día comienza.
Camilo, que clase de tipo, eso si es un locutor con todas las de la ley, hasta te hace reír. ¿Dónde puse la fosforera? Ah, ya la encontré. ¡Suena el teléfono!
- ¿Oigo?
- Buenos días. ¿Clara se encuentra?
- No, mami salió, está para casa de mi hermana y no regresa hasta mañana.
- Muchas gracias.
Son las diez y cuarto; bueno es temprano, puede que todavía esté durmiendo.
- Quiero decirles algo; si tiene algo importante que comunicarle a un amigo, a su pareja o a su hijo, hágalo hoy, no lo deje para mañana, hoy es el mejor día.
Claro Camilo, tú tienes razón. ¿Por qué dejarlo para mañana? Voy a seguir tu consejo; sólo espero que no me llame muy tarde, pues esas cosas no me gusta hablarlas por teléfono.
Lo mejor que hago ahora es ver si limpio un poco la casa; no está sucia pero necesita unos retoques.
Ya casi son las doce y el teléfono no ha sonado en toda la mañana. Vaya ni que me hubiera oído. ¿Será él?
- ¿Hola?
- Lidya soy yo, ¿a que hora te levantaste?
- A las nueve y media. ¿Por qué?
- Por nada, ¿vas a salir?
- Mami no lo sé todavía, estoy esperando que me llamen. ¿Pasa algo?
- No, solo quería saber como estabas y si ya habías almorzado
- Ahora lo voy a hacer.
- Chao.
Déjame ver qué hay para almorzar… Esto está bien.
Después del almuerzo no hay nada mejor que fumar. ¡El teléfono otra vez! Debe ser él.
- ¿Hola?
- Lidya, ¿eres tú?
- Si Raquel
- Te llamo para ver si quieres ir a la playa, a fin de cuentas estas de vacaciones, ¿no?
- Si, pero hoy no va a poder ser. Mejor mañana, yo te llamo y nos ponemos de acuerdo ¿OK?
- Esta bien, como quieras. Tú te lo pierdes. Chao.
- Chao.
Como no tengo más nada que hacer, me fumaré otro cigarro. El no debe tardar en llamar. Hoy es martes. Si, era hoy. Es que yo soy tan entretenida que a lo mejor esperaba el día equivocado. El domingo fue el último día que nos vimos y a mi me parece que hace un siglo. No sé porque tengo esta quemazón en el cuerpo y no puedo dejar de pensar. Ya casi estaba oscureciendo y él me acompañaba a casa después de ir al cine. Hablamos de tantas cosas y todas las que nos quedan por hablar. Es tan cortés, lo que a veces me da la impresión de que no dice toda la verdad. ¿O será que como es tan bromista y tiene tan buen sentido del humor yo no sepa distinguir cuando habla en broma y cuando habla en serio? ¡El teléfono esta sonando otra vez! Es él.
- ¿Hola?
- Buenas tardes, ¿Es la casa de Rolando?.
- No, está equivocado.
- Disculpe.
Mejor pongo un poco de música para aliviar las tensiones. Ah, y otro cigarro.
¿Por dónde me quedé? Sí, ya sé…que nunca sé cuando habla en serio. Lo que recuerdo es con la ternura que me dio el beso en la frente y sus últimas palabras: -Yo te llamo.
Diablos, si son casi las tres de la tarde y ya me he fumado media cajetilla de cigarros. Tengo que ir despacio; si se me acaban tendré que ir a comprar y en eso puede llamar y entonces pensará que he salido y no esperé su llamada. ¡Mira que la vida tiene cosas, me parezco una adolescente esperando la llamada del primer novio! No entiendo por qué me pongo así. También esperar es de madre. No sé a otros, pero a mí me saca de mis casillas. No lo soporto. Mira para eso, ya son las cuatro y el teléfono no suena. Mejor me baño, no vaya a ser que me diga que me viene a recoger para salir.
Este mes de agosto en esta islita del Caribe es insoportable. Hace media hora que me bañé y ya estoy empapada en sudor. Y qué tremenda sed, ya me he tomado dos litros de agua y por supuesto parece que se me rompió la zapatilla; cada cinco minutos tengo que ir al baño. Por suerte el teléfono tiene el timbre alto.
Las cinco. A esta hora ponen una película buenísima. Y el teléfono sigue sin sonar. Debe mantener la calma que ya llamará. Lo mejor que hago es encender otro cigarro. Casi se me pasa la película.
Cinco para las siete de la noche. Ahora si debe estar al llamar. Por suerte la película estaba refrescante, sino me muero de tedio. Con lo que yo odio no tener nada que hacer. Y ¿para que yo miro tanto el teléfono? Si con mirarlo no va a sonar. Mejor respiro profundo y no hay porqué preocuparse, ya llamará. Ahora si. Voy a dejar que de cuatro timbrazos, para que no parezca que estoy de posta en el teléfono.
- ¿Oigo?
- Lidya soy yo
- ¿Que pasó ahora mami?
- Nada quería saber si todavía estabas en la casa.
- ¿Qué tu crees?
- Que estas de mal humor.
- Tú sabes lo que me molesta esperar.
- Cálmate y no te olvides de comer.
- No. Chao.
¿Qué comer ni comer? Si lo que tengo es un nudo en la garganta que ya ni el agua puedo pasar. Pero no hay porqué desesperarse; apenas son las ocho de la noche.
-YO TE LLAMO, – me dijo.
Ahora trato de recordar…¿Me lo habrá dicho de corazón o sólo por compromiso, para no quedar mal? Sí, porque con los hombres nunca se sabe; a no ser que los conozcas bien y lleves una relación de tiempo. Pero las primeras veces, uno siempre siente una inseguridad que es del diablo. Si no soporto esperar menos soporto las dudas. Odio tener dudas. Por eso a veces parezco tan directa y tan vana. Pero esto es lo que siempre quiero: evitar la incertidumbre. ¿Que es la incertidumbre?
Incertidumbre: Falta de certidumbre, duda.
Vaya explicación que da el diccionario, seguimos.
Certidumbre: Certeza.
Y seguimos en lo mismo.
Certeza: Conocimiento seguro, claro y evidente de las cosas.
Al fin, por poco me tengo que leer todo el diccionario. Total, ya yo sabía que me gusta tener conocimiento claro y seguro de las cosas. Sólo era para rectificar. Es que a veces de usar tanto una palabra, llega uno a olvidarse realmente de lo que significa. Y para colmo, en esta casa hoy no hay nadie. Si hasta me parece que se ha encogido y está más oscura, y eso que tengo todas las luces encendidas. El teléfono sigue sin sonar. Si mami ve todas las luces encendidas, me mata. Pero oscuridad no quiero. Pero si ya casi son las nueve y media. Cuando yo lo digo… esperar es una tortura nazi.
Ya no sé ni dónde sentarme. Mejor me calmo, no doy más vueltas y me siento tranquila a fumarme un cigarro y a esperar a que suene el maldito teléfono. Tengo que tranquilizarme ya. Parezco una estúpida de un lado para otro. Yo tenía que haberle preguntado a que hora me iba a llamar y así no me hubiera pasado todo el día en esta puñetera espera. Ya son las nueve y cuarenta y cinco y el maldito teléfono no suena. Si a las diez no llama, olvídalo. Me acuesto a dormir o me pongo a ver la televisión. Si hasta la música me saca de quicio…Mejor la apago. ¡No!. Mejor la vuelvo encender, así no me doy cuenta de que estoy sola. Y precisamente hoy fue el día en que a nadie se le ocurrió hacerme la visita; por lo menos hubiera conversado con alguien. No paro de sudar; si sigo así me tendré que volver a meter debajo de la ducha.
Las diez y no llama. Esto es el colmo; ya no aguanto más. ¿Pero y si se complicó? ¿Y si tuvo algún problema? Mejor espero otro poco. Ya sé, me pongo a leer y el tiempo se me va volando.
Hace diez minutos que estoy en el mismo renglón. Ni concentrarme puedo. Ahora si no lo soporto más. ¡Ay, qué torpe! Sin darme cuenta le rompí la carátula al libro; como si el libro tuviera la culpa. La culpa es solo mía, por confiar en la gente. Mami siempre me lo dice, no confíes en nadie. Y yo siempre pensando “a las personas hay que darles una oportunidad” ¿Y quién me la da a mi? Nadie. Pero se acabó, no espero más por nadie. Ni por el Príncipe de Gales. ¡POR NADIE!
¿Lo que sonó fue el timbre de la puerta o del teléfono? ¿Qué hora es? Las diez y cuarenta y cinco. ¡Fue el timbre de la puerta! ¿Habrá venido a excusarse porque no pudo comunicar? Diablos no me queda ni un cigarro para por lo menos serenarme. Si no me apuro en abrir va a pensar que no hay nadie.
- Ya voyyyyyyy… ¡Ay, mami eres tú!
- ¡Que cara has puesto! Vine para que no durmieras sola en la casa pero se me quedó la llave. Oye, ¿a dónde vas?
- A comprar cigarros.
- ¡Lydia no tires tan duro la puerta que se va a romper!
¿A donde voy; a donde voy? A darme cuenta de una buena vez que no siempre vale la pena esperar y que no hay nada que lo justifique y…
- Ya… ¡Que se vaya a la mierda!
(RING)
- ¿Aló? No, Lidya salió a comprar cigarros… Sí, yo me canso de decirle que tiene que dejar de fumar pero a mí no me hace caso... Está bien, yo le digo que tú la llamas mañana…
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