martes, 31 de enero de 2012

VUELO INCONCLUSO PARA UN OBITUARIO TARDÍO.


Magdiel Aspillaga.

Me acabo de enterar que Theo Angelopoulos ha muerto, sucedió hace seis días atrás, por qué tan tarde la noticia, y entonces trato de repasar todas mis acciones a lo largo de la semana, el tiempo volvió a hacer de las suyas, esta vez con alguien que lo miró de frente en alguna ocasión y el tiempo también lo encaró y se encararon y ambos tuvieron que dispararse de pecho a pecho y hombro a hombro para después caer unidos infinitamente.
Dicen los diarios que estaba cruzando un túnel medio oscuro prohibido para los peatones y que una motocicleta lo atrapó a toda velocidad provocándole una hemorragia interna que más tarde le produciría la muerte. El conductor, un policía que viajaba tránquilo, no imaginó lo que le iba a suceder justo en el momento en que decidió internarse en el oscuro túnel, internarse en un túnel para encontrarse al cineasta cruzando a media luz, el choque…..el encuentro final del que tanto habló el propio Angelopoulos en sus películas, el tiempo, lo instantáneo de la inmovilidad y la muerte, el final y el volver a nacer, principio y fin de todo lo hablado y todo lo repetido, Angelopoulos moría a la misma vez que el mundo seguía olvidando y como dijera alguien que también admiro …puedo perdonar todo menos el olvido, olvido tu olvido y rememoro tu presencia….

La primera película de Angelopoulos que vi fue “La mirada de Ulises” y fueron muchas las claves no solo para entender el cine que en aquellos años comenzaba a estudiar, el cine y yo empezamos a vernos en aquella sala con “La mirada de Ulises” que casualmente trata de un cineasta que regresa a su tierra siguiéndole los pasos a la primera película rodada en Grecia, a su vez es una revisión de la historia de los Balcanes a través de este viaje , la Odisea, el eterno regreso, Ulises y el afán de volver a esa tierra a la que pertenece, (me es un tanto raro esta muerte de este lado) nuevamente el cruento mirar a la distancia de tu origen y saber sin pensarlo dos veces que solo perteneces a la región más cercana posible del cordón umbilical, a la esencia imantada del feto y el origen. Mi preferida “Paisaje en la niebla” el viaje otra vez como símil de la vida a través de una niña y su pequeño hermanito, una especie de cuento infantil para dormir, demasiado descarnado, directo y a la vez poético como toda su obra.

Realmente tengo ganas de decir algo, algo que suena a pésame y a la misma vez no, a nota final o obituario, de esos grises que aparecen en la parte olvidada de los periódicos, ayer vi “The rum diary” y me acuerdo de Hunter Thompson y me dan ganas de tomarme un barril entero de whisky y caer, soplar sobre la nieve inexistente de mi barrio o sentarme a mirar el horizonte tranquilo, el horizonte que es una pantalla, la pantalla que es una película, una película que es la vida, la vida que es triste y alegre, la alegría y la tristeza que nos llevan a un universo onírico e impoluto, donde las aguas son más salobres, donde esperamos por la eternidad durmiendo como si estuviéramos despertando.

viernes, 20 de enero de 2012

CAMBIO DE LUZ.


Magdiel Aspillaga.

Sin dudas “Biutiful” es una de la películas que más me ha golpeado últimamente, demasiado diría yo. Todo sucede al unísono, yo escribo, pasa un avión, recuerdo “Pedro Páramo” de Rulfo, las calles me parecen coloridas y a veces frecuentemente llueve y ahora frío, mucho frío, callado y celoso invierno que se funde con esa tarde que lleva el color sublime y respetuoso de la nostalgia o de algo que denominaron nostalgia y que no se explica sino como un respeto breve hacia los que no están, hacia los que estuvieron, de los que están sin estar entre esas dos fronteras exactas que conforman la noche y el día. En algún momento escribí algo que reproducía un fragmento de “Amarcord” de Fellini. Un anciano borracho se pierde entre la profunda niebla de su pueblo sin lograr encontrar la entrada a su casa en el regreso. Está turbado y teme lo peor, estar muerto y no haberlo notado todavía. A lo lejos se acerca un coche conducido por un misterioso personaje (un carruaje que es como el de “Nosferatu” de Morneau o el del “Drácula” de Copolla, de donde parece que el cochero va a estirar una mano grande llena de sombras y levantar al menudo anciano por el aire). El enigmático cochero se acerca a el anciano que está expectante ya sin borrachera alguna, el cochero le pregunta el que hace allí a esas horas de la madrugada y el anciano le cuenta con miedo que no encuentra la entrada a su casa, el cochero amablemente le indica entre la niebla con su mano (que no era larga) que la misma se encuentra a sus espaldas. Genialidad de Fellini y bella metáfora-símil-construcción o interpretación de un mundo que no por real deja de ser mágico. “Biutiful” muestra a un hombre que busca la vida en el momento en que la está perdiendo, quizás la película más mexicana de Iñarritu, la más “Pedro Páramo” de todas, ver a tu padre joven junto a ti anciano, recordar una emisora fantasma que solo transmitía el sonido de las olas del mar, no precisar quienes somos los vivos y quienes los que han muerto. Caminar y preguntar por alguien que ha pasado junto a tu baño, en la callada madrugada en que todo se volvió a detener.

sábado, 14 de enero de 2012

ÁLBUM DE FOTOS.


Griselda Ortiz

El primer año. Ahí estaba yo, llorando porque no me quería retratar.
El segundo, el tercero. Toda la familia reunida alrededor de la mesa del comedor cantando. El cuarto cumpleaños me lo celebraron en un parque. Me retrataron con mi primo soplando las velitas. Mi papá y mi mamá, juntos, sonrientes. En el quinto mi papá no está en las fotos y en mis seis años tampoco está mi primo, ni mi abuela ni casi nadie. Después de los seis, no hay más fotos. No sé como era a los diez, a los catorce. Tampoco recuerdo ningún otro cumpleaños. Hay un gran espacio en blanco, un vacío. Sólo lo que quedó en mi memoria suple la falta de material fotográfico. Pero eso nadie puede verlo. Le cuento a mi hija lo feo que era a los 14 y se ríe, pero sólo yo me veo flaco como un güin, con las orejas paradas, mirando con cara de bobo a una cámara que no existe. Las fotos que no me tiré con mi madre, con mis amiguitos de la infancia, con la gente del pre, las fotos de mis graduaciones, las fotos de mis novias son páginas en blanco del álbum de mi vida, que un día, más temprano que tarde, se irán conmigo para siempre. Entonces será como si nunca hubiera existido.

martes, 10 de enero de 2012

Capítulo 34. UNA NOCHE PERFECTA.


Ana Rosa Valdez

No hay excusas cuando alguien quiere marcharse. Quienes buscan o inventan las explicaciones son los que se quedan, el que parte sólo necesita un ticket de ida y seiscientos dólares en efectivo, un mapa quizás, y algo donde guardar un libro, una bufanda y un perfume ligero. Cuando Marla entró en el dormitorio, a Jeannie no le faltaba el bolso perfecto -completamente amarillo de Afolfo Dominguez- y los zapatos -unos azules de Ana Sui- en la mano. Tampoco estaba ausente el perfume, algo de Lolita como de costumbre.


- Otra vez... - Marla suspiró.
- Debo buscar esos documentos, en algún lugar de los estantes, ay! tantos estantes! - Jeannie parecía preocupada. Su angustia desapareció sin dar lugar a la sospecha, y continuó librando una batalla descomunal contra sus pestañas, había que rizarlas de cualquier manera.
- No deberías... - A Marla la inquietud no le sentaba bien, se ponía tensa y torpe, extremadamente torpe.
- Los zapatos me van bien, quizás deberías quedarte con los otros. Deberías tenerlos todos, la verdad. Ah! Pero tus pies pequeños... - Sonrió, quizás por última vez en aquella tarde.


Marla continuó observando, creando excusas, casi redactándolas en el libro mágico de su cabeza. Jeannie no dejaba de moverse, buscaba cosas a tientas, al azar. Mirándose en el espejo de un estuche dorado, Marla lucía como la chica que aparece en la portada de la Harper´s Bazaar de agosto de 1902. Con esa exactitud, pero sin las flores en el cabello. El cabello de Marla siempre estaba corto y era imposible adornarlo siquiera con vinchas o con diademas de colores. Por ello, a Jeannie le parecía justo colocarlas todas en su cabello naranja, a pesar de las burlas de los empleados del almacén y los transeúntes en la estación del autobus.

Jeannie se marcha por fin, sacude sus zapatos y coge el maldito bolso amarillo. Dice que debe estudiar un asunto importante en la biblioteca de la Universidad de Miskatonik; por supuesto Marla no puede concebir tal desfachatez, no sólo porque dicha biblioteca sea en realidad una justificación insensata, sino porque a Jeannie el olor de los libros viejos le producen alergias. Sin embargo, y contra cualquier reclamo de última hora, ella se marcha, huye otra vez, y Marla no puede sino quedarse frente al pequeño espejo del estuche, mirando sus ojos sin lágrimas y escuchando el silencio que comienza a atraparla por los pies.


***

En la última página del diario dominical, bajo la sombra de unos abedules artificiales en Second Life, en la acera derruida de una calle de Bagdad, Marla espera con los tobillos cruzados. Lleva un par de minutos o un par de horas, el tiempo no es importante, pero las manos ya comienzan a sudarle y es incómodo entre tanta humedad que sofoca el ambiente. Diminutos insectos han decidido agobiar aún más sus piernas cansadas, no tiene repelente ni una manta con qué cubrir más allá de sus hombros desnudos. El día amenaza con aparecerse sin que haya alguna respuesta. En su cabeza, las ideas chocan entre sí como espíritus que vagan por este mundo. Piensa en cómo han sucedido las cosas, han pasado años, muchos años desde que la tuvo en sus brazos. Y le cuesta estar en donde está ahora. Haberse quedado así, con la impresión de que uno de estos día toda la red colapsará, como un vaticinio del demonio, y se llevará consigo todas las imágenes y las letras, no sólo las de Jeannie sino las de todas las personas que confiaron en ella. Ese día -piensa- no quedará nada, se tendrá que expectar el vacío, la gente se mirará al espejo y alguien dirá que hemos muerto -otra vez.

Si Marla pudiera verla por última vez, sería en una noche sin estrellas. ¿Sería esa noche acaso una noche perfecta?

lunes, 9 de enero de 2012

LOS LUNES DE SIGNOS: LA YEGUA DE ALBERTO MOYA.


Por René Batista Moreno. Publicado en "Signos 49", 2004

La yegua que está pa’ uno
no hay caballo que la «coja».
TORIBIO GARAÑÓN


Aquí se cuenta la historia de las familias Moya y Garañón (Hernández, si la llamamos por su verdadero apellido). La primera se jactaba de que sus yeguas eran invulnerables a los ataques sexuales de personas y animales, mientras la otra ejercía el bestialismo (1) de manera deportiva. Pero no fue hasta 1955 cuando dos descendientes de estas —Alberto y Juan— se vieron involucrados en una disputa que terminaría con el prestigio de que gozaron los Moya durante tantos años.

Yo vivía en la zona donde se produjo el encuentro, y conocí el lugar exacto. La familia Garañón radicaba en Aguas Negras, mientras los otros vivían en la zona del Pesquero. Conocí a Armando Pérez, joven de catorce o quince años por entonces, quien junto a sus amigos Burucha y Chacumbele promovió la disputa. Conocí al anciano Cheo Crica, muy amigo de mi abuelo, y también a Felino Torres, un fabulador con un estilo muy rico al contar historias. Felino decía haber conocido a estas familias desde hacía mucho, y narraba las andanzas de Toribio, Rodolfo y Tomás Garañón, los tres más grandes «cogedores» de yeguas de todos los tiempos, según él.

A Felino Torres y a Armando Pérez los entrevisté en junio de 1989. Felino murió poco después, y Armando aún vive. Lo que se cuenta aquí ocurrió en realidad, aunque los testimonios han sido enriquecidos por la imaginación y el humor de sus narradores.

ARMANDO PÉREZ
Alberto Moya tenía una yegua que no se dejaba arrimar a la gente. Pateaba, mordía. Sólo Alberto podía acercársele y montarla. Él se vanagloriaba de que a los Moya nunca les habían «cogido» una de sus yeguas, ni personas ni caballos: ellas nacían y morían vírgenes, ¡lo que se perdieron esas yeguas, pobrecitas!
Nosotros estábamos locos por «cogerla»; pero era muy peligroso. Aquí había unos cuantos profesionales, con muy buen «currículum», sin embargo no se atrevían. Una vez Daniel Moreno lo intentó, y la yegua le partió cuatro costillas. Los «cogedores» de aquí no podíamos hacer nada y nos sentíamos muy molestos. Pero un día, en una fiesta que se dio en El Mamey, hablé con Cheo Crica del tema. Él tenía cerca de noventa años y me dijo que conocía desde niño a la familia Moya, y que eso venía desde más atrás, que era una tradición, y me aconsejó que viera a Juan Garañón, en Aguas Negras, que Juan podía resolver el problema, aunque pensaba que ya se había retirado de esos menesteres.

(Monumento ecuestre a Martínez Campos quién abandonó la isla por la vergüenza de lo sucedido)

FELINO TORRES
La familia de los Garañones era terrible: los mejores «cogedores» de yeguas de todos los tiempos, con fama sobrada, reputación, inteligencia, eran muy creativos y valientes. ¡Qué valor tenían esos hombres! ¡Cómo sacrificaron sus vidas! Porque,¿qué mujer se iba a casar con un «cogedor» de yeguas? No tuvieron un hogar, no tuvieron hijos, ¡qué sacrificio, mi madre, qué sacrificio! Para ellos todas las yeguas eran vulnerables: no había barreras ni muros de contención. Bueno, mire, Toribio Garañón era capitán mambí, y tres días antes del Pacto del Zanjón, le templó la yegua al general Martínez Campos, ¡nada menos que al Capitán General de la Isla! Fue un triunfo sonado para las armas mambisas, porque Martínez Campos se sintió tan humillado que renunció a su cargo y se fue del país. Pero hay más: ocurrió una tarde, cuando la Guerra del 95, a Toribio lo agarraron coqueteando con la yegua de Valeriano Weyler, y este lo mandó a fusilar. Y se dio el caso, en el siglo XX de Tomás Garañón, El Demoledor. Ese viajó por toda Cuba «cogiendo» yeguas: estuvo en Baracoa invitado por Esther La Rusa (2), en Isla de Pinos, en San Juan y Martínez (Pinar del Río). Allí, para cerrar con broche de oro, le templó un mulo a Joaquín Correoso, un isleño de muy malas pulgas que vivía en el lugar. Pasó por La Habana, Matanzas,Camagüey... Fue una cruzada contra las yeguas vanidosas y engreídas que creían que nadie podía «cogerlas».

Pero dentro de los Garañones estaba Rodolfo Garañón, le decían «El Violento». Vivía en el Monte Cundiamor, en una cabaña. No trataba a la gente. Vivía en un ranchito de piso de tierra. Una vez lo vi y me escondí, porque metía miedo, tenía más de seis pies de estatura, unas botas que le llegaban más allá de las rodillas, un machete enorme, un cuchillo, un hacha. Fumaba una pipa de cañabrava y tenía puesto un sombrero roto y a la diabla. ¡Ah!, y tenía una barba muy espesa. Bueno, ese hombre, ¿qué hacía? Pues bien, era «cogedor» de yeguas salvajes, siempre estaba metido en las cayerías: en Cayo Romano, donde había alrededor, por aquellos tiempos, de tres mil y pico de yeguas salvajes; en los Ensenachos; en Cayo Francés; en Cayo Cruz; en Cayo Fragoso... Nunca «cogió» una yegua de la isla. En el año 1956 salió para Cayo Sal, una propiedad inglesa, y no regresó más, aunque se tejió la leyenda de que tenía una herrería en Londres.

Pero hay más de los Garañones, porque no sé si usted sabía que fueron criados con leche de yegua. Por eso ellos decían que las yeguas eran sus segundas madres. Y qué respetuosos eran con esos animales, ¡qué sentido del respeto, del honor! Un día a Julio Guayacón se le ocurrió decir en la tienda del Pesquero que todas las yeguas eran putas. ¡Y pa’ qué fue aquello! Tito Garañón, que lo oyó, le dio tres trompadas, lo sacó del lugar, lo llevó a donde estaba amarrada la yegua del negro Candela, lo hizo arrodillar, y le dijo: «¡Pide perdón, degenera’o, a esa yegua y a todas las yeguas de Las Villas!»

Sí, porque los Garañones eran regionalistas y pico, ¿qué les importaban a ellos las yeguas de otras provincias? Y Julio pidió perdón y dijo que estaba muy arrepentido. Pero, ¿qué pasó después?, bueno, que las yeguas se enteraron, no sé cómo ocurrió, pero se enteraron. Y entonces cuando pasaban cerca de Tito o Tito pasaba cerca de ellas, comenzaban a caminar con un trotecito y levantaban el rabo, y lo mantenían en alto y seguían con el trotecito. Y muchos decían que eso era señal de agradecimiento por lo que él había hecho: defender el honor de las yeguas.

ARMANDO PÉREZ
Fuimos a Aguas Negras. Llegamos a casa de Juan Garañón, y un anciano nos mandó a entrar. En las paredes del comedor había fotos de las yeguas más famosas del mundo, y reconocí a la del príncipe Alberto, la de Alfonso XII, la del emperador Mussolini, y la más famosa de todas: la yegua de Tom Mix. Preguntamos por Juan, y el viejito nos dijo que estaba en la arboleda.

Y sí, allí estaba, sentado bajo un dagame y fumando con una pipa. Era un hombre como de cincuenta años de edad, canoso, flaco, y se le veía fuerte.
Le contamos por qué fuimos a verlo, y quedó pensativo, dio dos chupadas a su pipa, y nos dijo:
—Esos Moyas son unos fatos; yo nunca les he hecho caso, pero parece que hay que darles una buena lección. Este es un encuentro que puede ser muy profesional, bueno, eso depende del grado de preparación que tenga la yegua, y lo voy a conocer desde aquí. Díganme de qué color es, cuál es su tamaño, cómo tiene el rabo, las crines, las ancas, dónde la amarran: en lugares llanos o de mucha vegetación, o si la esconden; si es de trote o de marcha, cuántas veces a la semana la bañan, y si hay un lugar elevado desde donde observarla.

(Waleriano Weyler ofendido usó el fusilamiento como escarmiento)

Le dije que era dorada, pequeña, de rabo y crines tusados, de ancas cortas y gordas, que la amarraban en el llano, que la bañaban tres veces a la semana, y que había una lomita, a unos cien metros, de donde se podía observar. Y nos dijo:

—Miren, muchachos, ustedes no conocen nada de esto. Ustedes son «cogedores» nuevos, con muy poca experiencia; pero esa yegua está muy bien preparada, y el terreno ha sido escogido para que todo el que se le acerque sea detectado. Miren: es dorada, es malo: cuando el sol le da, encandila la vista; bajita, es malo: pierdes el control sobre ella y te saca un par de patadas de donde menos lo esperas; las crines y el rabo tusados, es malo, malísimo: no tiene punto de agarre, no puedes sujetarte; ancas cortas y gordas: eso se prepara, se le amarra una cincha de guamá cuando es una potrica y con el tiempo se logran esos resultados. Tampoco hay donde agarrarla, donde sujetarse y eso obliga a «una cogida en el aire» y, para la edad que tengo, no sé si resulte. El baño es una manera de tratar de quitarle sus olores naturales, de que la yegua se te pierda en las noches, porque a veces un buen «cogedor», en las noches oscuras, tiene que trabajar con el olfato, a base de olfato nada más. Si es de trote, es fuerte, las de trote se resisten con más violencia... Esa yegua está muy bien preparada, no va a resultar fácil. Y yo le dije:
—Hay algo más.
Y me preguntó:
—¿Qué cosa?
Y yo le dije:
—Que todas las semanas Alberto Moya le afila los cascos con una lima. Pero hay más: la yegua tiene los cascos de canda’o y es patizamba cerrada. Entonces dijo:
—Ah, ¡ese cabrón de Alberto Moya! Voy a ir, coño, acepto el reto, vengan a la noche, a las nueve, voy a prepararme ahora mismo. Y no se lo digan a nadie, nadie puede saberlo, solo ustedes y yo.
Salimos de allí muy contentos, el corazón nos decía que ese hombre sí se la templaba, y había que apoyarlo en todo. Nos llegamos a la elevación y construimos un varaentierra para que pernoctara. Así lo apartábamos de los demás, cosa que él quería, y manteníamos el secreto. A las once de la noche llegó, con una maleta grande, acompañado de Burucha, quien había ido a buscarlo.
—¿Dónde está la yegua? —preguntó.
—Allá abajo —le respondí.
—Pues bien, vayan para sus casas, yo voy a descansar y a pensar mucho, porque si me descuido, no salgo vivo de esta. Ustedes no tienen conciencia de lo que está ocurriendo, muchachos, eso que está allá abajo no es una yegua: ¡Es un tanque de guerra con rabo!

Y se metió en el varaentierra. Por la mañana temprano lo visitamos. Estaba detrás de una piedra, y con unos anteojos de la Marina de Guerra de los Estados Unidos observaba a la yegua. A veces dejaba de mirar y hacía anotaciones en una libreta; otras tomaba un cronómetro, observaba con mucha atención y hacía nuevas anotaciones. Tomó, en una oportunidad, un puñado de tierra y lo lanzó al aire e hizo nuevas anotaciones.
—Mire —le dije—, le trajimos agua para que beba, chorizos, salchichones, latas de galletas, vino tinto, así no tendrá que cocinar nada y, todas las mañanas, le traeremos dos termos de café.
No me oyó, seguía observando a la yegua, y así lo dejamos.

Una mañana fuimos a llevarle el café y lo vimos acostado aún.
—¿Qué le pasa? —le pregunté.
Y me respondió:
—No, que el viento lo tengo a mis espaldas y eso tal vez me delate; ella puede percibir mis olores, y debo evitarlo. Esa yegua es muy astuta, muchachos, está bien entrenada, y ese cabrón de Alberto Moya la deja ahí todas las noches para provocar, porque él piensa que nadie puede «cogerla» y se acuesta a dormir confiado, tranquilo; pero él va a saber las gallinas pelás que lleva un saco, él va a saber. Fumó un poco de su pipa y, mirando al techo, nos dijo:
—Déjenme solo, mañana a las once de la noche, vengan, ya es hora de hacerlo.
Ha pasado una semana, el tiempo justo que dediqué a esta operación y no puede pasar un día más. ¡Ah!, y silencio, todo en secreto.
Nos vimos a esa hora. La noche era clara. Él estaba desnudo, había embadurnado su cuerpo con aceite (menos los pies y las manos) y tenía en su pecho un peto de yagua, como los que usan los quechers. Me dio un cartón con letras escritas y un pedazo de alambre para que lo llevara, y me dijo:
—No lo leas, no lo leas, y vamos.
Llevaba una soga en sus manos, corta, en forma de lazo, y nos advirtió:
—Si van a hablar tiene que ser muy bajito, fíjense bien en lo que van a ver, ustedes son testigos.
Menos mal que el viento es favorable.
Arrastrándonos, nos situamos a casi tres metros de la yegua y esperamos a que volviera grupa a nosotros.
—Cada cinco minutos levanta el rabo, mi observación no me falló, eso está cronometrado —nos dijo.
Yo me quedé perplejo y me acordé de Cheo Crica cuando me aseguró que Juan podía resolver el problema. La Luna se ocultó. Juan cerró los ojos y estuvo un rato callado. Cuando se puso de pie, tenía su miembro muy erecto, ¡qué poder de concentración! La yegua levantó el rabo. Corrió hacia ella con el lazo en la mano, dio un salto, clavó sus dedos pulgares e índices de los pies en las corvas del animal y la enlazó. La yegua fue sorprendida, tiró mordidas, patadas, trató de quitárselo de arriba, pero él se sostenía del lazo y de las corvas. La penetró y comenzó a moverse, se movía con mucha rapidez. La yegua dejó de resistirse, comenzó a mover sus ancas y lanzó un relincho.
—Es un relincho de satisfacción, muchachos —gritó, y comenzó a moverse con más rapidez aun.
—Ahora la estoy castigando, muchachos —dijo muy alegre.

La yegua dejó de moverse, él se afincó en sus corvas, saltó, y quedó montado en ella y le dio un paseo por el lugar del encuentro. Me pidió el cartelito, le puso el alambre y lo colgó del cuello del animal. Lo felicitamos, quisimos darle un abrazo; pero era mucho el aceite que llevaba en el cuerpo. Fuimos hasta el arroyo, se limpió con un trapo y luego se bañó. Después volvimos al varaentierra donde recogió su maleta, montó en su caballo, y nos dijo:
—Si alguien pregunta lo que pasó esta noche, ustedes le dicen que sufrí varias patadas, que la yegua por poco me mata, y que desistí, que no lo logré, y así no van a buscarme más. Esta es la última vez que hago esto, muchachos. Y se fue. Por la mañana, cuando Alberto fue a buscar su yegua, y vio el lazo y el cartel que le pendía del pescuezo, y lo revolcado que estaba el terreno, se horrorizó, y más aun cuando leyó:

ALBERTO, ¡QUÉ TEMPLÁ LE DI A TU YEGUA!
Y LA MONTÉ TAMBIÉN.
EL GARAÑÓN

La tradición de los Moya, que venía desde mediados del siglo XIX, se había roto y, como Martínez Campos, Alberto se sintió tan humillado que abandonó la zona, sin que hasta hoy se sepa de él. «¡Ni una yegua más, coño!», dijo el Viejo Pepe Moya, y desde entonces en su familia comenzaron a criar caballos.

(1) Relación sexual de personas con animales.

(2) Magdalena Menasset Robascalla, Esther la Rusa. En 1954 se radicó en Baracoa, donde construyó el hotel Miramar.
Allí se hospedó —entre otras personalidades— Alejo Carpentier. Tras la muerte de esta célebre señora (5 de septiembre
de 1978) el inmueble se empezó a conocer como Hotel «La Rusa».

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 29.- En la sala B


Ana Rosa Valdéz

Tu cuerpo te traiciona, colapsa. Tú colapsas. Ya nada resiste. Una hoja se agita en el viento. Gritas en la oscuridad de tu cuarto un nombre innombrable. Te sientes ajeno en la proximidad de otros. Alguien te cuida, su ternura podría conmoverte pero el pulmón derecho te lastima. Parece que te ahogas, tu cuerpo se rinde. Lágrimas que ruegan en el asfalto. La lluvia se niega a tocar tus heridas. El asco. La náuseas. Las ganas de quitarte todos esos cables que te unen a las máquinas de supervivencia. Quieres un poco de agua, sólo un poco, lo suficiente como para que no se resequen tus labios. La piel áspera, los ojos húmedos y muy abiertos, esperando que el reloj avance, pero nada, las horas transcurren despacio. Nuevamente tienes ganas de gritar en la oscuridad del cuarto, pero hay mucha gente que grita más fuerte que tú. Seguro que no te escucharán y habrás gastado un poco de la energía que aún te sostiene. Amanece. Pero pronto cae noche. La luz del día no tarda en reaparecer, pero otra vez las nubes grises cubren el cielo. La noche. El día. La noche. Las jeringas, los sueros, las vitaminas, los minerales. Qué simple. Todo tan a la mano, en las frutas, en las verduras, en el vaso de leche que hoy te niegan. Todos deciden menos tú. Todos tienen algo que decir, pero lo que tú dices carece de sentido. Es de día, pero la fluorescente es más intensa. Y lastima tus ojos.

jueves, 5 de enero de 2012

CINEMA NOIR: "DRIVE" UN NUEVO CLÁSICO.


Anoche casi por accidente vi esta película que desconocía y que llevó a su director Nicolas Widing Refn a ganar la Palma de Oro de Cannes como mejor director.
Se trata de una obra que logra unir el más puro arte y ensayo con el serie B y los filmes de acción de los años 70. "Drive" es una cinta potente, violentamente bella, los primeros seis minutos de película son maestros, un arranque como pocos en el cine, “Drive” es a su vez una análisis de la soledad y la incomunicación, un filme vivo y necesario.


Drive es una película dramática y thriller Neo-noir estrenado el 16 de septiembre de 2011 en Estados Unidos y cuyo estreno previsto en España es para el 28 de diciembre del mismo año. Protagonizada por Ryan Gosling y Carey Mulligan. Dirigida por Nicolas Winding Refn. Basada en el libro de título homónimo escrito por James Sallis en 2005. Nicolas Winding Refn ganó como mejor director en el Festival de Cine de Cannes, Francia, en 2011.
Se empezó a rodar el 25 de septiembre de 2010. Se filmó íntegramente en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos. Hugh Jackman fue el primer actor vinculado al proyecto para el personaje principal. Neil Marshall fue sustituido por Nicolas Winding Refn en las tareas de dirección; asimismo este último contrató a Ryan Gosling para protagonizar la película. Como preparación para su interpretación Ryan Gosling restauró el Chevy Malibu de 1973 que utiliza su personaje en el film.
Inicialmente la pareja de Standard e Irene era hispánica, hasta que Carey Mulligan formó parte del reparto. Ron Perlman consiguió el personaje de Nino al decirle al director que "quería interpretar a un judío que quería ser un gangster italiano porque era eso lo que él es, un judío de Nueva York". Jacinda Barrett realizó una audición para dar vida a Blanche, finalmente la actriz contratada fue Christina Hendricks.
Según la página de Internet Rotten Tomatoes obtuvo un 93% de comentarios positivos, llegando a la siguiente conclusión: "una mezcla súper estilizada de imágenes impactantes y violencia, Drive representa plenamente una película de acción de arte y ensayo". Peter Travers le otorgó cuatro estrellas y la nombró "la mejor película del año", expresando: "abrochense el cinturón para el baño de sangre existencial de Drive, una brillante obra artesanal que corre en la pista de serie B hasta que cambia a la gasolina vertiginosa de la creatividad pura. Maldita sea, es buena". Scott Tobias de The A.V. Club, expresó: "es poco más que un ejercicio de estilo, pero es deslumbrante y mítico, un testamento fundamental de los coches rápidos, los hombres peligrosos, y de la tensión que aprieta como una mano en la garganta".
Por su parte, Roger Ebert escribió "he aquí otra muestra del viejo principio del noir en Hollywood que dice que una película vive no a través del héroe, sino de sus sombras". Luis Martínez señaló para El Mundo que la película era "brutal y voraz. (...) Refn no se limita a copiar un modelo, sino que intenta poner en pie lo que queda de un recuerdo cuando se olvida". Según la página de Internet Metacritic obtuvo críticas positivas, con un 79%, basado en 40 comentarios de los cuales 35 son positivos. A.O Scott de The New York Times por otro lado, disintió con la película diciendo: "Drive es sombría, crispada y honesta, pero también prisionera de su propio vacío, sustituyendo la atmósfera por las emociones, y un estilo prestado por verdadero atrevimiento".
Albert Brooks fue galardonado con el premio al Mejor actor de reparto otorgado por la New York Film Critics Circle Awards. Carey Mulligan fue premiada en el Hollywood Film Festival como «mejor actriz de reparto» del año. Fue candidata como «mejor película» en el National Board of Review. Es candidata en la Broadcast Film Critics Association en ocho categorías, «mejor película», «mejor director» (Winding Refn), «mejor actor» (Gosling), «mejor actor de reparto» (Brooks), «mejor película de acción», «mejor montaje», «mejor fotografía» y «mejor banda sonora».

Notas tomadas de Wikipedia sobre la película.

miércoles, 4 de enero de 2012

PARK CHAN-WOOK. “UN GENIO SUELTO”.


Magdiel Aspillaga.

No recuerdo exactamente cuando fue que vi por primera vez el trabajo del cineasta de Corea del Sur, Park Chan-Wook. Su nombre me llegaba a través de catálogos, algunas reviews y la novedosa semblanza de que el cine de Corea del Sur se estaba convirtiendo en uno de los mejores del mundo. Comenzaba a descubrir el cine asiático y a fascinarme cada vez más con él: los chinos Zhan Yimou y Chen Keige, el cine japonés de horror y su maestro contemporáneo Takashi Miike, el hongkones Wong Kar Wai, los hermanos Pham y otros muchos. Primero de Corea del Sur conocí “Tale of two sisters” de Jee-Woon Kim y después las películas de Kim Ki-Duk, solo me faltaba el protagonista de este texto.
No fue hasta algunos años mas tarde que compré su más famosa película: “Old boy”, la primera cinta de su famosa “Trilogía de la venganza”. En lo particular me fascinan demasiado algunas trilogías y otras que yo mismo suelo agrupar como: La trilogía de la vida de Pasolini, “Azul”, “Blanco” y “Rojo” de Kieślowski; “La aventura”, “El eclipse” y “La noche” de Antonioni; “Elephant”, “Last days” y “Gerry” de Gus Van Sant; “Stalker”, “Nostalgia” y “Sacrificio” de Tarkovski.
La Trilogía de la venganza de Park Chan-Wook se constituye de las cintas: “Old boy”, “Lady vengeance” y “Sympathy for vengeance” (mi preferida). Como indica su nombre la venganza es el tema central de estos filmes donde el cineasta transita por el amor, la culpa, la redención, el cuestionamiento de la relaciones humanas. El cine de Park Chan-Wook es genialmente “extremo”, extremo en violencia, en pasión, en entrega y lucha individual de sus personajes que por lo general están atormentados por conflictos que surgen de sus ideas morales, la moral y los preceptos del ser humano contemporáneo. Son filmes sensuales, sangrientos. La venganza en esta trilogía no abarca la sencillez argumental a lo Charles Bronson de un protagónico que trata de vengar el daño causado por el mal, la venganza ahora viene de la propia venganza, viene de la redención que se convierte en otra a su vez como serpiente nefasta que se muerde la cola.
Graduado del departamento de Filosofía de la Universidad de Sogang, decidió saltar a la realización cinematográfica (según cuenta el cineasta) después de ver “Vértigo”, por lo que no es raro que su cine esté marcado por un fino humor con fuertes influencias de Hitchcock y del también incomodo Polanski. Park Chank Wook absorbió a los maestros genialmente convirtiendo su cine en una obra llena de referencias y citas y a su vez totalmente original, posmoderna, contemporáneo, arte sin tabúes, sus filmes son piezas que se convierten en clásicos instantáneamente. Su “Thirst ”, a mí gusto es la mejor película de vampiros que se haya realizado jamás. Se unen en ella lo mismo el “Drácula” de Copolla, el “Nosferatus” de Morneau, “El Baile de los vampiros” de Polanski que las cintas de John Carpenter.
Este texto surgió cuando vi una de sus primeras cintas “Joint security area”. La película cuenta la historia de dos grupos de soldados de ambas coreas en la zona fronteriza que divide el norte del sur y como contrarios a lo establecido ambos grupos hacen amistad en lo que realizan peligrosos encuentros que terminan en una sangrienta tragedia. Es interesante el contraste entre el norte y el sur a todos los niveles pero si se quiere valorar la libertad política y avance de pensamiento de un país sola hay que mirar su cine, mirando el casi inexistente cine de Corea del Norte y el excelente de la Corea del sur podemos ejemplificar esta idea. “Joint security area”, no es exactamente una película política ni sobre el conflicto de las dos naciones o de una nación separada por las ideologías políticas, pienso es un filme sobre la amistad, la tolerancia y lo absurdo por momentos del odio como aberración del ser humano, una película bella, de una belleza descarnada, de un lirismo agresivo y genial como el de su creador.
No explico las razones por las que considero genial a Park Chan Wook solo mi criterio personal y mi gusto, pero reitero la recomendación de ver su cine por lo sublime y enigmático del mismo, un creador real y coherente de una país que por momentos se me hace lejano y otros demasiado presente cercano, sensitivamente próximo.

La cinta “Three extremes” es un largometraje compuesto de tres cuentos, el primero del hongkones Fruit Chang, el segundo de Park Chan-Wook y el tercero de Takashi Miike. Excelente festín de violencia, drama, humor y cine del mejor.

Powered By Blogger