martes, 4 de mayo de 2010

PASAZERKA: ¿QUIÉN EL GATO, QUIÉN EL RATÓN? ( Polonia 1963. 62 minutos).


Por: Sergio Giral

El tema del nacismo y la mujer en los campos de concentración y exterminio durante la II guerra mundial ha sido tratado por diferentes cineastas a través del tiempo. Algunos con mayor suerte que otros han ido más allá de la simple exposición maniqueísta de un conflicto donde el prisionero debe ser el bueno, porque es la victima y el guardián malo, porque es el verdugo. Films como Kapó de Gilo Pontecorvo en 1959, en que una joven judía se convierte en guardiana del campo para salvar la vida, Playing for Time, hecha para la televisión en 1980, donde una violinista y otras prisioneras músicos integran una orquesta que acompañe a los condenados a las cámara de gas y les asegure no perecer en estas. O Sophie Choice, donde el personaje femenino entrega un mensaje de humanismo frente a la terrible situación de elegir. Y más reciente The Reader, cuyo personaje central ha sido una mujer guardiana víctima de sus propias limitaciones. En este devenir temático encontramos un film que sirve de buena vara para medir a los demás en su proposición de penetrar en la condición humana y sicológica de este tema.. Me refiero a Pasazerka (La Pasajera), el último film del director polaco Andrzej Munk, quien murió en un accidente automovilístico el 20 de septiembre de 1961 a los 41 años de edad, durante el rodaje del film. La desaparición de Munk creó pesadumbre entre sus admiradores pero no desesperanzó a su equipo de producción y amigos. Witold Lesiewicz junto al escritor Wiktor Woroszylski y el editor Zofia Dwornik retomaron el material filmado y lo editaron de acuerdo a las notas de Munk, sus comentarios a lo largo de la filmación y un gran respeto y lealtad por su obra inconclusa. Para seguirle los pasos a esta peculiar operación post mortem, hablemos un poco del tema del film y su trama. Liza (Aleksandra Slaska) es una mujer que navega en un trasatlántico de lujo junto a su esposo. En un puerto de escala observa desde la cubierta a los nuevos pasajeros que abordan el buque y para su sorpresa entre ellos descubre a Marta (Anna Ciepielewska) y este encuentro le provoca una avalancha de recuerdos que evidencian la identidad de ambas mujeres. Liza confiesa al esposo que ella ha sido una guardiana en el campo de concentración y exterminio de Auchwitz y la nueva pasajera una prisionera que ella quiso ayudar. De inmediato, una serie de retrospectivas que evidencian los crueles procedimientos que Liza aplicaba a las prisioneras del campo entran en contradicción con su confidencia al esposo.


En una escena clásica de gran poder gráfico en que Liza selecciona a las prisioneras capaces de trabajar y envía a las más viejas y enfermas al crematorio, Liza perdona la vida de Marta para descubrir que la prisionera no se ha dejado humillar por su gesto magnánimo. Esto provoca en Liza querer corromper la voluntad de Marta y rebajar su orgullo en una serie de despiadadas manipulaciones. En otra de las escenas clave del film, Liza propone a Marta un encuentro con su novio también prisionero a cambio que de un buen informe en una visita de la Cruz Roja. La trama no deja ver si la necesidad efectiva de Marta satisface el chantaje de la guardiana, pero esto se contrapone a una poderosa escena en que Marta, con un simple gesto de cabeza comunica altivez a una prisionera expuesta desnuda por desobediencia. Otros de los aspectos abordados por Munk en su film es el amor truncado en esas condiciones de vida. Un concierto ofrecido por los prisioneros músicos, donde el novio de Marta interpreta el Segundo movimiento para violín y orquesta de Bach, crea una yuxtaposición entre la pieza clásica y los horrores del campo de exterminio. A lo largo del film y en forma accidentada, se van perfilando los sentimientos y la sicología de estos dos personajes. Liza expresa un carácter autoritario propio de su oficio, se muestra fría y cruel y parece satisfecha con su labor represiva, pero su severidad flaquea a la vista de la fila de niños judíos conducidos a las cámara de gas y esta debilidad en una nazi es descubierta por Marta. En este sentido Liza también se convierte víctima de su prisionera en un clásico juego del gato y el ratón, donde el dominado también es el dominador y las crueles intenciones de una se confunde con la voluntad y la integridad de la otra. En realidad no se conoce cuales eran las intenciones de Munk con el material filmado y los cineastas que reconstruyeron el film se vieron precisados a regresare al campo y rodar escenas de ambiente e insertarlas en la trama. Esta reconstrucción llevó dos años dada las dificultades que el equipo de realización encontró a lo largo de la edición y entre estas dificultades la propia expresión de Munk tronchada por la muerte. La Pasajera es uno de los documentos más extraordinarios sobre los horrores del nazismo aprovechado por otros cineasta, como es obvio en Schindler's List, de Steven Spielberg's. Sin embargo nada nos garantiza que La Pasajera sea el film que Munk planeo y dejó inconcluso así como su trama es inconclusa y no deja conocer el destino de Marta, si realmente sobrevivió a los horrores del campo y esta pasajera no es más que la conciencia de Liza jugándole una mala pasada. Quizás las intenciones creativas de Munk fueran de otro orden, pero en realidad Witold Lesiewicz y Wiktor Woroszylski y demás integrantes de este singular equipo lograron un producto único dentro de la cinematografía de Polonia bajo la dominación soviética, que ha quedado como una excelente obra de arte y denuncia a la vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremenda pelicula, creo que la terminaron con fotografias porque murio el director, la vi hace años. Buen escrito como siempre de parte de Giral. Saludos.

Jose A.

yvolare.blogspot.com/ dijo...

Excelente! que bueno poder leer los textos de Sergio.

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